El Holocausto del siglo XXI

Marta Simó nació en Sant Quirze aunque se podría decir que ha crecido en la Alemania Nazi. Desde hace tiempo, esta socióloga vive en Rusia aunque también se ha instalado en Inglaterra y Polonia para, entre otras cosas, llevar a cabo sus estudios sobre el Holocausto judío.

Ayer, la socióloga desmintió en una conferencia en la sede del Rotary Club uno de los mitos mas extendidos en nuestro país: la neutralidad y la no intervención española en el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Sí, señores; Franco no era un angelito aunque se apresurase a recoger los testimonios de diplomáticos españoles que habían ayudado a judíos a escapar para reflejar su imagen de santo. No, Franco. Te pillamos.

La socióloga contó que España se convirtió en un país de tránsito para los judíos, un mero emplazamiento por el cual se debía pasar para poder huir. Muchos de los judíos llegaban a España con la intención de hacerse un visado para irse a otro continente pero chocaron con la orden expresa del Generalísimo de no conceder ninguno. Además, muchos de los judíos residentes en la Península (los sefardíes) fueron extraditados y dados, casi en mano, a Hitler para que se ocupase personalmente de ellos. Sólo escaparon los que vivían en el norte de África -qué bueno es tener amigos generales en estas condiciones- y los que encontraron grandes personas como los diplomáticos antes esmentados que realizaron todo tipo de documentos para ayudar en la huida. Pero Franco no actuó solo. Es en este apartado donde debemos mencionar a los devotos miembros de la División Azul (voluntarios españoles) que fueron enviados a Alemania para apoyar al ejército Hitleriano.

Cabe mencionar que España vivía momentos de Guerra Civil. Una fracción de los rojos, los partisans, fueron internados en campos de concentración tanto españoles como nazis donde pudieron ver lo que sucedía. Cuando fueron liberados, Franco se encargó de que fueran fusilados. ¿Qué habrían visto que tuvieron que pagar con su vida?

Al margen de detallar más la intervención de la doctora (que fue interesante aunque general y poco concreta), esta destacó dos cosas que me gustaría comentar.

La primera es que hizo un estudio en 2004 en escuelas españolas y vio que el Holocausto o no se estudiaba o se hacía

simplemente como una consecuencia de la guerra, muchas veces solventado con el pase de La Lista de Schindler por motivos de horario. Propuso que el Holocausto debía ser una asignatura como tal, propia, e incluso introducirla en la universidad para estudiar el fenómeno profundamente. Yo discrepo de un par de cosas. De entrada, que la educación

en este tema ha mejorado considerablemente. Al menos puedo decir, por mi propia experiencia, que en la escuela recibí una formación adecuada sobre el Holocausto -creo recordar que fue en cuarto de secundaria- por lo que actualizar los resultados de ese estudio sería conveniente y muy interesante también. Quizá la tendencia de su estudio se ha mantenido… Por otra parte entiendo que Simó quiera que el Holocausto sea una asignatura como tal y que se integre en la universidad. 

Pero creo que no lo comparto. Estoy de acuerdo en que no se debe caer en el error de considerarlo como una consecuencia de la guerra puesto que fue un hecho que discurrió en paralelo. Pero no creo que deba ser una asignatura anual. Sí que se le debe dedicar varias sesiones en varias semanas para ver la evolución del conflicto, del pensamiento nazi, de los métodos y de los encubrimientos iniciales. Además, teniendo todo tipo de material con que complementar el libro de texto es muy interesante poder aprovecharlo. Pero de ahí a machacar a los críos con la tragedia… El Holocausto no es el único horror -quizá el de mayores dimensiones- que ha cometido la raza humana. ¿Porqué tratar con preferencia este tema y no otros? ¿Qué sucede con las muertes indiscriminadas de republicanos y fascistas en nuestra Guerra Civil, sin ir más lejos? ¿Qué sucede con el genocidio de Ruanda? Creo que la historia se debe contar tal y como es, huyendo de esa hecha por los interesados que ocultan la verdad. Creo que se debe conocer nuestro pasado para entender el presente e ir formando nuestra identidad. Pero de recordar a memorizar hay un trecho. «Toda Europa es culpable» dijo Simó. Sí, de acuerdo. Pero lo que se debe hacer es aprender de los errores, no vivir nuestro día a día inculpándonos por lo que sucedió. Y que yo, por ejemplo, no pude hacer nada por evitarlo.

El otro punto que destacó y que comparto es el de utilizar el tema del Holocausto como vía para formar a nuestros jóvenes en Derechos Humanos. Creo que es una idea magnífica. Del Holocausto se podría derivar a otros conflictos tanto del pasado como los actuales para formar a las futuras generaciones en materia de derechos, respeto y solidaridad con su entorno además de conseguir crear una visión crítica sobre las injusticias sociales y hacer crecer su deseo de luchar contra ellas -admitámoslo, somos una sociedad pacífica-. Simó lo relacionó perfectamente con el fenómeno actual de la inmigración con el que se está hablando, de nuevo, de racismo y xenefobia. Formar a nuestros jóvenes en este campo cogiendo como ejemplos horrores cometidos en el pasado es una de las lecciones que necesita nuestra sociedad en general. Porque con la globalización se solucionan muchas cosas pero también se globalizan los problemas. Con lo que no es de extrañar que en Francia, por ejemplo, uno de los partidos que tuvo mucho apoyo fue un grupo racista. Debemos reflexionar sobre el genocidio judío para aprender que no queremos un Holocausto del siglo XXI -si nos ponemos extremos- y para aprender a ser solidarios y respetuosos con nuestro entorno y con nuestras dinámicas sociales.

Que de respeto, últimamente, muy poco.